DE MÉXICO, OCTAVA PRESIDENTA EN LA
Con la llegada de Claudia Sheinbaum, sólo 30 mujeres en el mundo son Jefas de Estado o de Gobierno. De ellas, 19 son jefas de Estado y 11 jefas de Gobierno. La mexicana ejerce las dos representaciones. Antes de Sheinbaum, sólo siete mujeres en América Latina habían sido elegidas para el principal cargo político en su país. Tres fueron esposas de un presidente anterior: Mireya Moscoso, Panamá de 1999 a 2004; Cristina Fernández de Kirchner, Argentina de 2007 a 2012 y de 2012 a 2015; y Xiomara Castro, Honduras, desde 2022.
Una más, la periodista Violeta Barrios de Chamorro, Nicaragua de 1990 a 1997, surgió como un liderazgo ciudadano tras el asesinato de su esposo a manos del régimen. Las otras tres mandatarias tuvieron una sólida carrera política y administrativa de primer nivel antes de ser presidentas: Michelle Bachelet, Chile de 2006 a 2010 y de 2014 a 2018, fue antes ministra de Salud y de Defensa; Laura Chinchilla, Costa Rica de 2010 a 2014, antes fue vicepresidenta, ministra de Justicia, diputada y ministra de Seguridad; y Dilma Roussef, Brasil de 2011 a 2014 y de 2015 a 2016, fue antes ministra de Minas y Energía.
El periodista y biógrafo Jorge Zepeda observa que, a diferencia de López Obrador, Sheinbaum no creció en la oposición o como una perseguida política, y señala que ello ha moldeado su manera de entender el ejercicio del poder. “Su verdadera participación en la vida pública ha sido en el lado ejecutor, ya como gobierno. Eso define absolutamente una actitud distinta frente al manejo del poder, que ella ve como un desafío de administración pública”, sostiene.
El senador Javier Corral, exgobernador de Chihuahua y exmilitante del PAN, añade que Sheinbaum tiene también un talante más democrático y más de izquierda que algunos cuadros del obradorismo. Ricardo Monreal, líder de los diputados y dos veces adversario de Sheinbaum por una candidatura, la de CDMX y la presidencial, cuenta que Sheinbaum llamó a cada uno de los vencidos para limar asperezas y mantenerlos cerca. “Como adversaria, es una mujer generosa. Nunca sentí agresión u hostilidad de ella hacia mí. Hizo un gran papel político al llamar a todos. Y al final nadie se fue, nadie desertó, nadie fue a parar a las filas de la oposición”, valora. “Al contrario, todos colaboraron con su campaña, en lugares estratégicos decididos por ella”.