EL CORAZÓN YUCATECO IRRIGA SANGRE AZUL
La Historia de Huacho…o cómo buscar votos en la izquierda, el centro y la derecha y no morir en el intento
Nacido en San Felipe, municipio pesquero en el oriente de Yucatán, Joaquín Díaz Mena tiene una historia de superación política y cercanía con la base social cuya defensa de sus causas le hizo posible pasar, en solo 23 años, de militante raso a las cúpulas de dos de los partidos más importantes de México, PAN y Morena, para detentar cargos siempre en ascenso, desde presidente municipal, pasando por legislador y funcionario federal, hasta ganar para la izquierda mexicana la gubernatura de uno de los estados tradicionalmente más conservadores del País, Yucatán.
Licenciado en Administración de Empresas Turísticas en Hotelería y Restaurantes, la narrativa de la vida política de Díaz Mena pareciera más la trama de una novela que la vida real, con aspectos que rayan incluso en lo dramático, como el aparatoso accidente vehicular que, en la víspera de la jornada electoral de 2024, su tercera competencia por la gubernatura y la vencida, casi le cuesta la vida.
Testigo de sus primeros destellos de liderazgo es su vida sindical como profesor de educación primaria, ejercicio que a la postre le serviría para sus primeros acercamientos con las necesidades de la gente y en particular, de un magisterio bastante precarizado. En lo que puede parecer una contradicción ideológica para alguien desde entonces claramente liberal y progresista, en el año 2001 logra su primera incursión formal e importante en política: la presidencia de su municipio, de la mano conservadora del Partido Acción Nacional.
Para 2007, su talante crítico en temas como las reformas educativas y las carencias laborales de los maestros lo llevan a integrarse no al sindicalismo formal del magisterio, sino a la disidente y muy liberal Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), organización que no dejaría sino hasta 2015, tres años después de su primer intento, en 2012, por ser gobernador de su estado aún bajo las siglas del PAN, partido en el que su figura, de suyo ya importante entre la sociedad conservadora yucateca, se consolida como un liderazgo político en franco crecimiento.
Tras ser diputado en el Congreso de Yucatán y dos veces diputado federal, en 2018 su camino se entrecruza con el de Andrés Manuel López Obrador, a cuya invitación para ser nuevamente candidato a la gubernatura, ahora por Morena, accede. Lo que se planteaba sólo como una participación testimonial, sin posibilidades de triunfo, se convierte para él en un muy respetable tercer lugar y su proyección entre la base social izquierdista en todo el estado, que hasta ese momento lo ubicaba como un panista más.
Seis años más tarde, como él mismo reconoce, la suma de sus simpatías entre liderazgos priístas, muchos de sus antiguos compañeros panistas, el magisterio y la nueva base social consolidada por él para Morena tras ejercer como superdelegado del presidente Andrés Manuel López Obrador operando sus programas sociales en Yucatán, le daría su histórica victoria convirtiendo a su estado en el último bastión del Sureste arrebatado al conservadurismo.