Revista Guinda informa: recientes investigaciones detallan que La Barredora dominaba Tabasco así en tiempos de Hernán Bermúdez, con una red que mezclaba pactos criminales y protección institucional.
El auge de La Barredora y su expansión
En 2020 nació La Barredora como una célula delictiva con fuerte presencia en la zona metropolitana de Villahermosa. De la mano de Hernán Bermúdez, entonces secretario de Seguridad Pública, la organización expandió su control sobre tráfico de migrantes, robo de combustible y extorsión. Según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los homicidios en Tabasco se dispararon un 202% entre 2023 y 2024, consolidando el dominio territorial de estas redes.
La alianza de La Barredora con el Cártel Jalisco Nueva Generación, impulsada por Ulises Pinto Madera, alias El Pinto, pretendía desplazar al Cártel del Golfo. Sin embargo, la ruptura interna que derivó en dos facciones marcó el inicio de una violenta pugna que aún sacude municipios clave como Cárdenas, Paraíso y Tacotalpa.
La Barredora dominaba Tabasco así en tiempos de Hernán Bermúdez: pactos y redes
Los informes señalan que La Barredora dominaba Tabasco así en tiempos de Hernán Bermúdez gracias a un entramado de contactos dentro de la Secretaría de Seguridad de Tabasco y acuerdos con autoridades municipales. Estos vínculos permitieron que expolicías operaran como brazo armado y estructura civil, asegurando protección y silencio ante actividades ilícitas.
El liderazgo de Bermúdez, apodado El Abuelo o Comandante H, consolidó pactos que garantizaron el cobro de piso y la operación de antros, bares y rutas de hidrocarburos. Paralelamente, la facción subordinada al CJNG heredó la estructura militarizada bajo mando de Efraín Luna Oliva, alias El 50, quien expandió la influencia a caminos rurales y comunidades indígenas.
Violencia y fracturas internas
El control de rutas estratégicas y la ambición de entregar la plaza al Cártel Jalisco provocaron la fractura que hoy mantiene en disputa a La Barredora Autónoma y al grupo CJNG-Tabasco. Tras la fuga de Bermúdez, la facción original reorganizó su mando con figuras como Carlos Tomás Díaz Rodríguez, El Lic, y Héctor López Mendoza, El Soplete.
De acuerdo con inteligencia federal, este nuevo liderazgo intenta rearticular pactos con mandos locales y reactivar redes de extorsión, tráfico de armas y trata de personas. Mientras tanto, la facción rival consolida su brazo armado y contactos en municipios rurales.
En medio de esta pugna, autoridades como la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Seguridad de Tabasco y la SEDENA redoblan operativos para contener la violencia, pero enfrentan estructuras infiltradas en distintas corporaciones. La pugna territorial entre ambos grupos sigue generando bloqueos, enfrentamientos y asesinatos selectivos, manteniendo a Tabasco como foco rojo en el sureste mexicano.