Cuando Édgar Amador Zamora asumió la responsabilidad de conducir las finanzas públicas, se encontró con un número que lo perseguía en cada informe: la deuda de Petróleos Mexicanos (PEMEX) por 105 mil millones de dólares, acumulada a lo largo de más de una década. Esa cifra no solo representaba el peso de decisiones del pasado, sino también el límite de lo que el país podía seguir tolerando sin ajustes de fondo.
En sus comparecencias, el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público comenzó a contar una historia distinta: la de un funcionario que no rehúye el problema, sino que lo toma como eje de trabajo para reordenar la casa. A partir de ese diagnóstico, la deuda de 105 mil millones dejó de ser únicamente un dato alarmante y se convirtió en el punto de partida de un plan para darle a la petrolera un horizonte más manejable.
Édgar Amador: Deuda de PEMEX de 105 mil millones como punto de partida
En tribuna y ante medios, Édgar Amador ha explicado que los pasivos de la empresa pasaron de alrededor de 40–43 mil millones de dólares a 105 mil millones entre 2006/2008 y 2018. Ese salto, que califica de insostenible, le sirve para mostrar la magnitud del reto y, al mismo tiempo, para justificar la necesidad de una intervención decidida. Édgar Amador: Deuda de PEMEX de 105 mil millones es hoy una fórmula que resume el tamaño del desafío y la urgencia de actuar.
Para el funcionario, atender ese volumen de pasivos es una obligación ineludible: significa proteger tanto a la empresa productiva del Estado como al presupuesto federal, que durante años ha tenido que absorber costos crecientes en intereses y vencimientos. Desde su oficina en Hacienda, repite que el objetivo no es improvisar, sino construir una ruta gradual que permita reducir la carga financiera sin frenar la actividad económica ni sacrificar la estabilidad macroeconómica.
Defender a PEMEX con números y decisiones
A contracorriente de las voces que daban por perdida a la petrolera, Amador optó por una defensa firme de la compañía. Ha insistido en que la administración actual no fue la que llevó la deuda a 105 mil millones, pero sí es la que decidió hacerse cargo de su reducción. En lugar de centrarse en la recriminación, el secretario pone sobre la mesa soluciones concretas: reestructura de pasivos, mejoramiento de plazos y disminución de costos financieros.
Su lectura es clara: PEMEX no está condenada. Si se combina el respaldo del gobierno con una gestión más eficiente y un esquema financiero sólido, la empresa puede recuperar margen de maniobra. En esta visión, el secretario asume el rol de interlocutor entre mercados, Congreso y ciudadanía, explicando por qué sostener el apoyo a la petrolera puede ser compatible con la prudencia fiscal.
Refinanciamientos, metas y el puente a los 80 mil millones
Dentro de ese plan, una de las metas que Amador ha fijado es reducir la deuda de PEMEX desde los 105 mil millones de dólares hacia niveles cercanos a 80 mil millones en el corto y mediano plazo. Para lograrlo, impulsa una serie de operaciones técnicas: recompras de bonos, refinanciamientos y sustitución de pasivos onerosos por instrumentos más baratos y de mayor plazo. Édgar Amador: Deuda de PEMEX de 105 mil millones ya no se formula solo como un problema, sino como un antes y un después dentro de una hoja de ruta.
Estas medidas, afirma, ya comienzan a reflejarse en una mejor percepción por parte de las agencias calificadoras, lo que se traduce en condiciones más favorables de financiamiento para la empresa. Cada punto base que se reduce en el costo del crédito libera recursos para inversión, mantenimiento y operación, y refuerza el argumento de que el rescate puede ser ordenado y responsable.
Paquete Económico 2026 y el peso del liderazgo
En la discusión del Paquete Económico 2026, Amador ha reconocido que el peso de PEMEX se suma a un saldo de deuda pública elevado y a un gasto considerable en intereses. Aun así, sostiene que es posible mantener el respaldo a la petrolera sin poner en riesgo la estabilidad macro, siempre que se respeten techos de endeudamiento y se preserven finanzas públicas sanas.
En ese escenario, el desempeño de Edgar Amador y de Petróleos Mexicanos (PEMEX) se vuelve un termómetro del rumbo económico del país. El secretario se presenta como un funcionario dispuesto a dar la cara, explicar los números y asumir la conducción de una de las tareas más delicadas de la administración: transformar la deuda más emblemática del sector público en una historia de contención y, eventualmente, de reducción sostenida.
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