El G20 destaca los riesgos y beneficios de la tecnología para el empleo.
Uno de los principales temas que marcó la agenda laboral en la reciente Cumbre de Líderes del G20, celebrada en Brasil, fue el impacto de la economía de plataformas digitales en el empleo. En particular, se abordaron los efectos negativos de este modelo de trabajo, así como la creciente preocupación por la falta de seguridad social para los trabajadores de este sector, un compromiso que los países miembros del G20 se comprometieron a afrontar de manera conjunta. Además de este tema, la Cumbre también destacó cuestiones clave como la participación laboral femenina, la crisis climática y los flujos migratorios, temas que se encuentran entre los desafíos más urgentes a nivel global.
En el ámbito laboral, uno de los puntos más discutidos fue el impacto que las nuevas tecnologías están teniendo en la creación de empleos decentes. Si bien las economías más grandes del mundo reconocen el potencial positivo de la digitalización para mejorar la productividad y ofrecer nuevas oportunidades laborales, también se muestran cautelosos ante los efectos negativos que estas transformaciones pueden acarrear.
En este sentido, el Grupo de Trabajo de Empleo del G20 señaló que “la tecnología es un arma de doble filo para el empleo, ya que puede tanto empoderar como perjudicar a los trabajadores, dependiendo de cómo se implemente”. Los avances tecnológicos han permitido la automatización de procesos, facilitando la creación de trabajos más eficientes, además de abrir oportunidades para el trabajo remoto, una opción que ha cobrado relevancia en el contexto post-pandemia. Sin embargo, el mismo informe también advierte que estas tecnologías pueden ser utilizadas para aumentar la sobrecarga laboral y para ejercer una vigilancia excesiva sobre los trabajadores, lo que podría afectar su bienestar.
Uno de los temas más preocupantes señalados en el informe es el impacto de la economía de plataformas digitales, un modelo de trabajo que, aunque parece ofrecer flexibilidad y la posibilidad de acceder a nuevas fuentes de ingresos, a menudo deja a los trabajadores en una situación precaria. “La economía de plataformas y los trabajos temporales a menudo privan a los trabajadores de derechos laborales fundamentales, como la estabilidad en el empleo, el salario justo y la seguridad social”, afirma el documento. De esta manera, aunque las nuevas tecnologías pueden mejorar la experiencia laboral, también presentan grandes retos para la protección de los derechos básicos y el bienestar de los trabajadores.
El informe resalta que los países miembros del G20, debido a su influencia económica y recursos, tienen un papel clave en la creación de un marco normativo que regule el uso de estas nuevas tecnologías en el ámbito laboral. “Los países del G20 tienen los conocimientos, la influencia y los recursos necesarios para ser actores cruciales en la definición de un marco normativo que garantice la protección de los trabajadores en un mundo laboral cada vez más digitalizado”, subraya el documento. Esta colaboración, según los expertos, podría dar lugar a leyes y regulaciones integrales que aseguren que los beneficios de la digitalización sean equitativamente distribuidos y que los derechos de los trabajadores no sean comprometidos.
Un tema especialmente relevante que surgió en las discusiones fue el uso de la inteligencia artificial en el ámbito laboral. El informe menciona que los algoritmos y sistemas automatizados, si no se gestionan adecuadamente, pueden perpetuar sesgos y desigualdades en el mundo del trabajo. “Los algoritmos a menudo refuerzan prácticas discriminatorias, manteniendo el sesgo en los procesos de contratación y promoción”, alertaron los expertos. Esta preocupación se extiende a la idea de que, al ser diseñados por seres humanos con prejuicios inherentes, los sistemas automatizados pueden contribuir a la exclusión de ciertos grupos de trabajadores, lo que acentúa las desigualdades de género, raza o edad en el mercado laboral.
Durante la presidencia de Brasil en el G20, uno de los temas prioritarios fue precisamente el impacto de las plataformas digitales en el trabajo decente, un asunto que también fue abordado en el mandato anterior de Argentina. En su informe, el G20 subraya que, aunque las plataformas digitales brindan la ilusión de flexibilidad y autonomía a los trabajadores, en muchos casos estos trabajadores se enfrentan a la falta de protección social y laboral. A menudo, se encuentran en una situación de incertidumbre sobre su estatus laboral, ya que las relaciones con las plataformas no se clasifican claramente como empleo tradicional, lo que les priva de derechos fundamentales.
Este debate sobre la economía de plataformas no es nuevo. De hecho, en julio de este año, los ministros de Trabajo del G20 se reunieron para abordar estos desafíos y acordaron, entre otras medidas, “brindar acceso a una protección social adecuada y sostenible a todos los trabajadores, incluidos los trabajadores temporales y de plataformas”. Este compromiso busca garantizar que los avances tecnológicos no dejen a los trabajadores desprotegidos en un mercado cada vez más digital y globalizado.
En conclusión, aunque la digitalización y la economía de plataformas presentan oportunidades para los trabajadores, también traen consigo riesgos significativos que deben ser gestionados adecuadamente. El G20, con su influencia y capacidad de coordinación internacional, tiene la responsabilidad de garantizar que el progreso tecnológico no se traduzca en una mayor precarización del empleo y que todos los trabajadores, independientemente de su modalidad de trabajo, gocen de los derechos laborales y la seguridad social que merecen.