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Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch: La Estrategia de Seguridad en Sinaloa y el Desafío Contra el Crimen Organizado

Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch: La Estrategia de Seguridad en Sinaloa y el Desafío Contra el Crimen Organizado

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El periodo de gracia del Gobierno de Claudia Sheinbaum en cuanto a la seguridad en México está llegando a su fin. La administración comienza a mostrar avances y logros, tratando de ofrecer brotes verdes que puedan convencer a la opinión pública de que la situación está mejorando. En este contexto, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Federal y coordinador de la estrategia en materia de seguridad, se ha convertido en un protagonista clave. A los ojos de la presidenta, él es la figura encargada de garantizar que el Ejecutivo enfrenta la inseguridad con seriedad y eficacia, siendo el encargado de transmitir la imagen de un gobierno comprometido con la lucha contra la violencia y el crimen organizado.

El 2024 ha traído consigo una ligera disminución en los niveles de violencia durante la temporada navideña, aunque no por un acuerdo tácito de las bandas criminales, sino por el agotamiento de la sociedad mexicana frente a tantos años de violencia. El país sigue esperando resultados contundentes en la reducción de la criminalidad, tras casi dos décadas de aumento en los homicidios. La meta está clara: un descenso significativo en los crímenes, algo que se ha convertido en un factor decisivo para la administración de Sheinbaum, cuya gestión cumple tres meses el 1 de enero. Enfrentar la inseguridad será el principal desafío de su gobierno.

A pesar de que en varios estados, como Guerrero, Morelos, Guanajuato, Baja California y Sinaloa, la violencia homicida sigue siendo alarmante, y el país se encamina hacia un nuevo año con más de 30,000 asesinatos, el Gobierno sigue insistiendo en la importancia de las estrategias implementadas. La extorsión, que continúa siendo uno de los crímenes más difíciles de erradicar, también sigue en aumento, con un incremento del 15% en las investigaciones abiertas por este delito en el último año. La creciente capacidad de fuego de las organizaciones delictivas, que ahora operan en múltiples frentes más allá del narcotráfico, desafía al Estado, que aún está acostumbrado a un enfoque de laissez-faire, en el mejor de los casos.

En este contexto, la presidenta Sheinbaum ha enviado a García Harfuch a Sinaloa, donde ha estado trabajando desde hace semanas. Esta es una señal clara del enfoque que la administración tiene hacia la seguridad, al delegar la responsabilidad a un funcionario de perfil bajo que se ha ganado la confianza de la población y de la propia mandataria. García Harfuch, quien ya demostró buenos resultados en la Ciudad de México durante el sexenio pasado, ahora se enfrenta a uno de los mayores retos del país: el control de las organizaciones criminales que disputan el control de Sinaloa, uno de los estados más afectados por la violencia y la presencia del Cártel de Sinaloa.

La presencia de García Harfuch en el estado no solo es una señal de que el gobierno está tomando en serio la lucha contra el crimen, sino también un mensaje dirigido tanto a la sociedad mexicana como a los gobiernos de Estados Unidos, especialmente con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en unas semanas. La estrategia de Sheinbaum es clara: no hay lugar para pactos o treguas con los grupos criminales, y el combate al Cártel de Sinaloa es una prioridad, tanto para México como para sus aliados internacionales.

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En las últimas semanas, los operativos realizados en Sinaloa han sido constantes. La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, junto con García Harfuch en sus redes sociales, ha informado de numerosas detenciones, decomisos y desmantelamientos de grupos criminales. Un ejemplo de ello ocurrió durante la Navidad, cuando se informó de la detención de cuatro presuntos miembros de un grupo vinculado a Los Chapitos, una de las facciones en disputa del Cártel de Sinaloa. Junto a los detenidos, se incautaron armas de fuego de alto calibre, incluidas ametralladoras y un lanzagranadas, lo que demuestra la creciente violencia y la sofisticación de las organizaciones delictivas.

Sinaloa, por tanto, se ha convertido en el epicentro de la narrativa del gobierno sobre su lucha contra el crimen. Mientras Sheinbaum realiza visitas a Mazatlán y otros puntos del estado, destacando los avances en la construcción de infraestructura y el apoyo a la economía local, la presencia de García Harfuch y los operativos siguen siendo los temas predominantes en la agenda de seguridad. No obstante, el contraste es evidente: mientras las autoridades anuncian grandes decomisos, como el que ocurrió hace poco en Los Mochis, con la incautación de una tonelada y media de fentanilo, la población sigue esperando un cambio real en la situación de seguridad. Las detenciones continúan siendo la respuesta más visible del Gobierno ante un problema que, si bien se combate en el terreno, sigue desbordando la capacidad del Estado para ofrecer una solución definitiva.

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