DESPRESTIGIO Y DEFECCIONES ACABAN AL PRI; SE QUEDA SÓLO CON EL CASCARÓN
Con desbandadas de militantes y pérdida de figuras destacadas, el otrora poderoso tricolor es una fuerza irrelevante; tiene hoy en sus inmuebles valuados en más de 600 mdp su principal activo
A dos meses de cumplir 96 años –en los que detentó el poder en México por 71, de 1929 al 2000 y lo recuperaría en 2012 para perderlo seis años más tarde– el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dejó de ser muchas cosas: partido (casi) único y la formación política con la mayor y mejor armada estructura territorial, para convertirse en un cascarón, que se queda cada vez con menos representatividad en el poder y membresía que antaño era motivo de orgullo y ‘aplanadora’ para ganar elecciones.
Con desbandadas de militantes que iniciaron en 1988 y defecciones de figuras destacadas y otros lastres que fueron ‘purificados’ al cambiarse de bando y pasarse al actual partido en el gobierno, hoy el principal activo del PRI no son los pocos liderazgos y el escaso ‘voto duro’ que le quedan y que en el espectro electoral son irrelevantes, sino su sede nacional ubicada en la colonia Buenavista de la capital del país, y otros inmuebles en la metrópoli y en diversas ciudades del interior.
De aquel partido que arrasaba votaciones –con fraudes electorales–, que ganaba ‘de todas, todas’ las posiciones en disputa y presumía sus ‘carros completos’ después de las jornadas electorales, el tricolor se fue achicando desde 1989 cuando perdió su primera gubernatura en Baja California y en el 2000 cuando le vino la debacle con la pérdida de la Presidencia de la República. Quizá en 2012 tuvo una bocanada que le abría la oportunidad de levantarse como aquel Lázaro bíblico, pero fue un sexenio efímero pues en lugar de renovarse retomó sus viejos vicios que lo llevarían a lo que es hoy: la cuarta fuerza electoral del país, dirigida por el campechano Alejandro Moreno Cárdenas, al que no parece preocuparle la agonía del tricolor y la desconfianza del electorado en su partido identificado con vicios del sistema político mexicano: corrupción, simulación e impunidad.
En las elecciones federales del 2 de junio de 2024 el PRI obtuvo sólo 9.5 por ciento de la votación de candidatos a la Presidencia, superado en sufragios por los partidos Acción Nacional y Movimiento Ciudadano, y sus afiliados se redujeron dramáticamente al pasar de 6.4 millones en 2018 a menos de 1.5 millones en la actualidad.
PRERROGATIVAS, EL BOTÍN
Pese a todo lo mal que van las cosas en el partido, aún son vistos como botín por sus dirigentes: las prerrogativas que este 2025 ascenderán a 985 millones de pesos (mdp), y su mayor tesoro: “un patrimonio inmobiliario que acumuló en sus años de gloria de al menos 151 propiedades con un valor catastral de más de 654 mdp, según lo que registran el Comité Ejecutivo Nacional y los estatales en el Sistema de Portales de Obligaciones de Transparencia (SIPOT).
“De la información que sí es pública se desprende que el Revolucionario Institucional cuenta con un patrimonio de por lo menos 151 propiedades: 42 no transparentan su precio, mientras que las otras 109 suman un total de 654 millones 941 mil 827 pesos. La más cara es la sede nacional de avenida Insurgentes Norte 59, colonia Buenavista, en la Ciudad de México, valuada en 320.4 millones de pesos”. (Milenio, 04Dic.2024)
DESPRENDIMIENTOS EN PRI
Heredero de la Revolución Mexicana, el partido creado por Plutarco Elías Calles en marzo de 1929 para la consolidación de las instituciones de México, el PRI se ha achicado, pues cada vez son menos sus afiliados y los ciudadanos que confían en él como opción de gobierno y representatividad política.
A las miles de deserciones de ‘militantes anónimos’ durante la era de ‘Alito’ Moreno, se han sumado las de figuras destacadas, cuadros reconocidos. A mediados del año pasado dimitieron a su pertenencia tricolor Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu, Eruviel Ávila Villegas y Nuvia Mayorga Delgado; les han seguido ex gobernadores –casi todos encontraron acomodo en Morena– y, recientemente, Enrique de la Madrid Cordero, quien fue aspirante a la candidatura presidencial en 2024.
Desde que Moreno Cárdenas asumió la dirigencia nacional, el Revolucionario Institucional ha perdido más de 10 gubernaturas, algunas consideradas ‘bastiones’, como la del Estado de México que le arrebató Morena en 2023, por lo que ahora los priistas gobiernan sólo dos estados: Durango y Coahuila. En la LXVI legislatura al Congreso de la Unión, el PRI tiene 36 de los 500 diputados federales y 16 de los 128 senadores de la República.
‘ALITO’, ¿EL ENTERRADOR?
‘Alito’ Moreno se ha mantenido en la dirigencia nacional del PRI desde el 19 de agosto de 2019, dos meses después de dejar la gubernatura de Campeche, que la arrebató la morenista Layda Sansores. Su presidencia debió terminar en 2023.
Prolongó su permanencia en el CEN gracias a que modificó los estatutos del PRI para permitir la reelección de su presidencia nacional, lo cual fue avalado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Pero tras su nueva derrota del 2 de junio de 2024, el PRI en lugar de salir a buscar un diagnóstico y su medicina, inició una nueva presidencia bajo la figura polémica del famoso ‘Alito’, y un cambio estatutario “que concentró el poder e impidió tomar decisiones colegiadas”, declara Dulce María Sauri Riancho a la periodista Carmen Morán Breña, del diario español ‘El País’, el 6 de junio, cuatro días después de aquellas fatídicas elecciones para la oposición.
A sus 72 años, la ex mandataria yucateca que ha sido presidenta del Consejo Nacional e integrante del Consejo Político del PRI, resume que el tricolor no es el único partido en crisis, pero sí el que “acumula deudas históricas con el pueblo mexicano”.
Refiere la oportunidad desperdiciada con la ciudadanía, “entre corrupción y frivolidad” durante el gobierno de Enrique Peña Nieto –el último de los presidentes priistas. “Hoy el partido es irrelevante”, añade Sauri Riancho. Y remata: “La situación es crítica, muy delicada, su descenso es consistente durante años…”
Opina que antes de replantearse si el PRI camina solo o en coalición con otras fuerzas rumbo a las elecciones del 2027 y 2030, “tenemos que arreglar la propia casa”. Y concluye: “Hay que liberar al PRI”.
Sin embargo, Alejandro Moreno no piensa en ello. En un mensaje publicado en sus redes sociales el 9 de diciembre –cuando se reunió con regidores y síndicos priistas del Estado de México–, expresó su confianza en que los priistas, “unidos y con rumbo claro, vamos a demostrar que cuando trabajamos con firmeza, el pueblo gana”. Y aún más, aseguró: “Es momento de avanzar con fuerza por México”.