Revista Guinda informa: una directiva sin precedentes del secretario de Guerra, Pete Hegseth, ha generado confusión y alarma en el ejército estadounidense. La orden exige la presencia de cientos de generales y almirantes en una base del Cuerpo de Marines, sin explicación pública ni agenda definida.
Una orden inédita
El memorando, emitido a comienzos de la semana, sorprendió por su amplitud: todos los oficiales de brigada (O-7) hasta generales de cuatro estrellas (O-10) deberán presentarse en Quantico, Virginia. La medida también incluye a asesores superiores alistados.
La convocatoria llega en un contexto de incertidumbre institucional y cambios abruptos dentro del Ejército Estados Unidos. Varios altos mandos fueron removidos en meses recientes, lo que alimenta el desconcierto entre oficiales y analistas militares.
Confusión y alarma en el ejército estadounidense
La convocatoria masiva se describe como “sumamente inusual”. Algunos oficiales expresaron frustración porque incluso quienes se encuentran desplegados en el extranjero deberán regresar a territorio estadounidense.
Un funcionario de defensa advirtió: “Si surge algún imprevisto, los mandos se verán reducidos”. Otro oficial señaló que el Pentágono dispone de sistemas seguros de videoconferencia, por lo que la reunión presencial resulta innecesaria y arriesgada.
La confusión y alarma en el ejército estadounidenses se intensifica ante la falta de explicaciones claras. La ausencia de agenda alimenta rumores sobre cambios estratégicos, consolidación de poder o incluso un intento de imponer disciplina férrea.
El estilo de mando de Hegseth
Pete Hegseth, secretario de Guerra, ha impulsado transformaciones profundas en el Pentágono. Su agenda incluye la reducción del 20% de generales en servicio, la destitución de mandos sin explicación pública y la propuesta de cambiar el nombre del Departamento de Defensa a Departamento de Guerra. Los despidos recientes incluyen a figuras de alto rango como Jeffrey Kruse (Agencia de Inteligencia de Defensa), Nancy Lacore (Reserva Naval) y Milton Sands (Navy SEAL). Estas decisiones han generado tensiones entre la cúpula política y el cuerpo militar profesional.
Contexto político y militar
El momento elegido no es casual: la administración del presidente Donald Trump ya había enfrentado críticas por su estilo confrontativo con las Fuerzas Armadas. Ahora, el llamado masivo refuerza la percepción de que la relación entre el poder civil y el estamento militar atraviesa un punto crítico.
Expectativa en Quantico
La reunión de la próxima semana en Quantico, Virginia, será clave para definir el rumbo inmediato. Algunos analistas creen que se trata de un movimiento para mostrar autoridad y controlar directamente a los altos mandos. Otros sospechan que es una estrategia para evitar filtraciones y comunicar cambios radicales cara a cara.
El resultado podría marcar un punto de inflexión en la estructura de mando. El equilibrio entre la política de Washington y la operatividad global de las Fuerzas Armadas se pondrá a prueba en un escenario cargado de tensión y silencio oficial.
Cambios profundos
La convocatoria deja más preguntas que respuestas. La confusión y alarma en el ejército estadounidense refleja el impacto de decisiones inéditas, la incertidumbre institucional y la falta de comunicación clara desde el Pentágono. En Quantico, se despejará —al menos en parte— el rumbo que marcará el futuro del poder militar en Estados Unidos.