El Kremlin advirtió que cualquier ataque con misiles Tomahawk lanzado desde Ucrania será interpretado como una amenaza nuclear directa contra Rusia, luego de que Donald Trump confirmara que evalúa enviar ese tipo de armamento a Kiev si Vladímir Putin no pone fin a la guerra. Revista Guinda te trae los detalles.
Kremlin considerará nuclear la amenaza de los Tomahawks en Ucrania
Durante su vuelo hacia Israel, el presidente de Estados Unidos Donald Trump declaró ante periodistas que “podría enviar Tomahawks a Ucrania si Rusia no coopera con la paz”. Según explicó, Washington no los vendería directamente, sino que los entregaría a la OTAN, que a su vez podría transferirlos a Kiev.
“¿Quieren tener Tomahawks en su dirección? No lo creo”, lanzó Donald Trump a bordo del Air Force One, dejando la frase en el aire, mitad advertencia, mitad desafío.
El comentario encendió las alarmas en Moscú. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, respondió el domingo en televisión estatal que la guerra ha llegado a “un momento dramático” y que Rusia considerará nuclear la amenaza de los Tomahawks en Ucrania.
“Imaginen: se lanza un misil de largo alcance y sabemos que podría ser nuclear. ¿Cómo debería reaccionar Rusia?”, preguntó el vocero, recordando que algunas versiones retiradas del Tomahawk pueden portar cabezas atómicas.
La decisión que podría redefinir el conflicto
Los misiles Tomahawk tienen un alcance de 2.500 kilómetros, lo suficiente para alcanzar Moscú desde el interior de Ucrania. Su uso marcaría un punto de no retorno en la guerra más mortífera que ha vivido Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
En una llamada reciente, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski aseguró a Trump que su país utilizaría esos misiles únicamente con fines militares. “Nunca hemos atacado a civiles. Esta es la gran diferencia entre Ucrania y Rusia”, dijo en una entrevista con Fox News.
Zelenski insistió en que aún intenta convencer a Washington de aprobar el acuerdo: “Contamos con esas decisiones, pero ya veremos”.
Mientras tanto, Trump afirmó que antes de concretar el envío quiere saber “exactamente cómo Ucrania planea usarlos”, pues no desea escalar el conflicto con Moscú.
La respuesta de rusa: disuasión y amenaza
Desde el Kremlin, Vladímir Putin ha dicho en ocasiones anteriores que Rusia responderá “con todos los medios disponibles” si percibe una amenaza estratégica.
Fuentes cercanas al Ministerio de Defensa ruso indicaron que Moscú ha reforzado sus sistemas de alerta temprana en la región de Kursk y Bielorrusia ante un eventual despliegue de Tomahawks en suelo ucraniano.
Para Putin, la guerra sigue siendo un punto de inflexión en la relación con Occidente, que —según su narrativa— “humilló” a Rusia tras la caída de la Unión Soviética al expandir la OTAN hacia territorios que él considera parte de la esfera natural de influencia rusa.
De regreso a la Guerra Fría
Analistas militares comparan el momento actual con la Crisis de los Misiles de Cuba, de 1962. No es casual: los Tomahawks fueron concebidos como respuesta al temor nuclear soviético, y su mera mención evoca la sombra de la disuasión atómica.
El Financial Times reveló que Estados Unidos ha colaborado en los últimos meses con Ucrania para planificar ataques de largo alcance contra instalaciones energéticas rusas. Según el reporte, inteligencia estadounidense ha ayudado a Kiev a trazar rutas y tiempos de vuelo para evadir defensas aéreas rusas.
Esa cooperación, sumada a las declaraciones de Trump, sitúa al conflicto en un nuevo nivel de riesgo.
Entre la diplomacia y el abismo
En los pasillos del poder ruso, la palabra “nuclear” no es retórica: forma parte de su doctrina de defensa. Si los misiles Tomahawk cruzaran sus fronteras, Moscú podría interpretarlo como un ataque directo.
“Es un juego peligroso”, admitió un funcionario europeo que prefirió permanecer anónimo. “Cualquier error de cálculo podría activar respuestas automáticas que nadie desea”.
La guerra continúa: lenta entrampada en todos los frentes, costosa y cada vez más cerca del punto en que la diplomacia pueda servir de algo.
Por ahora, solo una cosa parece clara: el Kremlin considerará nuclear la amenaza de los Tomahawks en Ucrania, y el mundo vuelve a contener la respiración.