Trump congela nuevas subvenciones federales a Harvard por “fallas graves” y exige reformas

La Universidad de Harvard no recibirá nuevas subvenciones federales hasta cumplir con una serie de exigencias impuestas por el gobierno del presidente Donald Trump, anunció este lunes el Departamento de Educación. La medida marca un nuevo episodio en la escalada de tensiones entre la administración republicana y una de las universidades más influyentes del mundo.
La decisión fue comunicada a través de una carta oficial enviada al presidente interino de Harvard, Alan Garber, y forma parte de una ofensiva más amplia contra las instituciones de educación superior que, según Trump, han caído en lo que él califica como “ideología radical de izquierda, antisemitismo y discriminación estructural”.
Según un funcionario del Departamento de Educación —quien habló bajo condición de anonimato en una llamada con reporteros— Harvard no podrá acceder a nuevas subvenciones para investigación hasta que demuestre una “gestión universitaria responsable” y cumpla con diversas condiciones planteadas por la Casa Blanca. Las restricciones no afectarán, al menos por ahora, los fondos federales destinados a la asistencia financiera de los estudiantes, como las becas Pell y los préstamos educativos.
Las condiciones impuestas por el gobierno
Entre las exigencias del Ejecutivo para desbloquear los recursos federales destacan:
- Cambios significativos en la gobernanza y liderazgo universitario.
- Revisión de su política de admisiones, en el marco de los fallos recientes de la Corte Suprema sobre acción afirmativa.
- Auditoría del cuerpo docente y estudiantil para garantizar “diversidad ideológica” y libertad de expresión en el campus.
- Compromisos explícitos para combatir el antisemitismo, tras una serie de protestas propalestinas que sacudieron varios campus del país el año pasado.
El Departamento de Educación también ha señalado que Harvard ha permitido el ingreso de estudiantes internacionales que “muestran desprecio por Estados Unidos”, según expresó en la misiva la titular de la dependencia, Linda McMahon. “La Universidad de Harvard ha hecho una burla del sistema de educación superior de este país”, acusó.
Un enfrentamiento por la autonomía universitaria
La universidad, con sede en Cambridge, Massachusetts, ha rechazado categóricamente los señalamientos. Su presidente, Alan Garber, ha prometido no ceder a las presiones de la Casa Blanca y confirmó que Harvard interpuso una demanda federal para impugnar la congelación de fondos, argumentando que se trata de una medida “arbitraria y caprichosa” que viola la Primera Enmienda y la Ley de Derechos Civiles (Título VI).
En un reciente diálogo con exalumnos, Garber reconoció que “hay un grano de verdad” en algunas críticas sobre antisemitismo y libertad de expresión, pero advirtió que la campaña del gobierno representa “una amenaza directa a la autonomía de las universidades estadounidenses”.
Harvard es la institución con el mayor fondo de dotación del país, con más de 53 mil millones de dólares, y el financiamiento federal representa aproximadamente el 10.5% de sus ingresos anuales, sin incluir la ayuda financiera estudiantil.
Un patrón de presión sobre universidades de élite
Harvard no es la única bajo presión. La administración Trump también ha recortado fondos o lanzado investigaciones federales contra universidades como Columbia, Cornell y la Universidad de Pennsylvania, señalando presuntas fallas en sus políticas de inclusión, libertad de expresión y manejo del antisemitismo.
Este enfoque se ha intensificado desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero de 2025, con un discurso que vincula a las universidades de élite con “la decadencia cultural y moral de Estados Unidos”. Además del antisemitismo, la Casa Blanca ha enfocado su ofensiva en temas como la participación de deportistas transgénero en competencias femeninas y la agenda progresista en programas académicos.
La polémica coloca a Harvard en el centro de una batalla nacional sobre el rol de las universidades en la vida pública, y aviva el debate sobre hasta dónde puede llegar el poder federal para influir en sus políticas internas.