Revista Guinda informa: Construirán planta de gas en Los Cabos para abastecer la creciente demanda energética de la región. Sin embargo, voces locales cuestionan su viabilidad ambiental y social.
¿Por qué construirán planta de gas en Los Cabos?
En medio de una crisis climática global, autoridades federales confirmaron que construirán planta de gas en Los Cabos para atender la demanda energética proyectada por la edificación de 37,500 nuevas viviendas en Baja California Sur. Según el argumento oficial, la central operará con Gas Natural, considerado “más limpio” que el combustóleo, que actualmente representa 34 % de la generación local.
Pero para analistas y ambientalistas, la decisión no significa transición energética real. El gas sigue siendo un hidrocarburo fósil que, en su extracción y transporte, puede generar más emisiones contaminantes que el petróleo o el carbón. Además, Los Cabos carece de infraestructura portuaria para recibir buques metaneros, por lo que la bahía de Pichilingue, en La Paz, sería la entrada de este combustible. Esta zona es hábitat de especies marinas como tiburones ballena y mamíferos que quedarían expuestos al tráfico de barcos y derrames.
Impactos y preguntas clave: ¿energía para quién?
El plan oficial sostiene que la planta cubrirá la demanda de las nuevas viviendas. Sin embargo, estimaciones independientes indican que construirán planta de gas en Los Cabos con una capacidad 400% mayor a lo necesario. Esto despierta la duda sobre el verdadero destino de esa energía.
Diversas organizaciones señalan que la electricidad excedente podría alimentar megaproyectos inmobiliarios y turísticos en Cabo del Este, zona de vocación pesquera y ecológica que ha resistido la expansión de desarrollos de lujo. Sin electricidad suficiente, estos proyectos no avanzarían; con ella, se allana el camino para la especulación del suelo, la gentrificación y la presión sobre recursos escasos como el agua.
Alternativas y el reto de fuentes renovables de energía
Baja California Sur tiene condiciones óptimas para invertir en fuentes renovables de energía como la solar, la eólica y la geotermia. Sin embargo, la apuesta federal sigue anclada a megaproyectos fósiles que perpetúan un modelo centralizado y extractivista.
La SENER y la CFE tienen la posibilidad de impulsar soluciones innovadoras: microgeneración distribuida, paneles solares comunitarios o redes de energía limpia que respeten ecosistemas frágiles y fortalezcan la soberanía local.
La pregunta de fondo —energía para qué y para quién— sigue sin resolverse. Para muchas comunidades, la preocupación es clara: no se oponen a la vivienda digna, pero rechazan justificar un megaproyecto fósil que beneficia a grandes desarrollos turísticos a costa de la biodiversidad y la salud pública.